Cuando descubrí que hay mucha gente que prefiere caer enferma antes que ir al trabajo (esa actividad alrededor de la cual se desarrolla la mitad de tu vida y que te permite obtener el dinero con el cual llevar a cabo la otra mitad) me di cuenta de que estamos haciendo algo muy mal como sociedad.
viernes, 21 de noviembre de 2008
martes, 21 de octubre de 2008
Paranoia

Esta seguridad llevada a la paranoia, no es sino una extensión de la excesiva comodidad que padece el primer mundo. Todo lo que nos importa está en manos ajenas y estas a su vez, han delegado en la tecnología. Una máquina, un chip, un botón, un código… son ahora conceptos más cercanos a la hora de conformar nuestra identidad, que el color de ojos, el tono de piel, la forma de hablar o la propia alma.
lunes, 22 de septiembre de 2008
Hay raras ocasiones...
...En las que al acabar la jornada laboral me siento pleno, satisfecho, incluso ligeramente orgulloso por tener un oficio y pertenecer a una empresa.
Por fortuna cuando suena el despertador a las 7:54 de la mañana siguiente entro en razón y vuelvo a cagarme en mi trabajo, en mi empresa, en el capitalismo y en la puta que los parió a todos.
Por fortuna cuando suena el despertador a las 7:54 de la mañana siguiente entro en razón y vuelvo a cagarme en mi trabajo, en mi empresa, en el capitalismo y en la puta que los parió a todos.
miércoles, 25 de junio de 2008
Esos malditos snobs

Sin embargo, hay una razón para cometer ese error. Hasta hace unos veinte años, el modo en que casi todo el mundo veía al medio estaba íntimamente unido a un puñado de géneros. Eso es lo que hacía dinero para las grandes compañías de cómics-pulp: superhéroes, en su mayoría, pero a veces cómics de horror, románticos, de ciencia-ficción o de crímenes, cada cual con sus códigos familiares y sus fórmulas.
(…) Otro error común es afirmar que los cómics intelectuales, de algún modo, no son realmente cómics sino algo diferente (preferentemente con un nombre más lujoso). Diferentes no sólo en la raza sino también en la especie de sus homónimos de la cultura de masas. Hay cierta conciencia de clase con la nariz-en-alto inherente en este argumento; es evidente, por ejemplo, en una reseña de Gloria Emerson en el número de The Nation del 16 de junio de 2003, “Nunca he tenido el hábito de leer cómics”, escribía, “así que, al principio, estaba ligeramente sorprendida por Persépolis, de Marjane Satrapi. Pero es una artista de tanto talento y sus dibujos en blanco y negro son tan cautivadores, que parece erróneo llamar cómic a sus memorias. Más bien es una ‘memoria gráfica’ en la tradición de Maus, la brillante historia sobre el Holocausto de Art Spiegelman”. Si no ves qué hay de erróneo en el pasaje, imagínate comenzando: “Nunca he tenido el hábito de ver películas…”, y terminando con la afirmación de que, digamos, Syriana no es realmente una película sino una “narrativa cinemática” en la tradición de Salvar al soldado Ryan.
La confusión género/medio es un error de ignorancia, mientras que la táctica si-es-profundo-en-realidad-no-es-cómic se trata simplemente de un caso de esnobismo (en el sentido de querer establecer una distinción entre el gusto de uno y el gusto de la masa). Pero el mayor error arraigado en el lenguaje para escribir sobre cómics es tratarlos particularmente como si fueran extraños, o fallidos, ejemplos de otros medios. Los buenos cómics son descritos a veces como “cinemáticos” (si tienen algún tipo de amplio scope visual o imitan un tipo conocido de película) o “novelísticos” (si contienen detalles comentados agudamente, o simplemente lleva un buen rato leerlos). Esas pueden ser palabras descriptivas cuando se aplican a los comics. Es casi un insulto, sin embargo, usarlas como cumplidos. Usarlas como elogio implica que los cómics aspiran como forma (más o menos sin éxito) a ser películas o novelas.
miércoles, 4 de junio de 2008
Los profesionales

¿Dónde mierda se han metido todas esas personas?
jueves, 29 de mayo de 2008
Es una interesante paradoja
que cuando dos políticos se acusan mutuamente de mentir ambos estén diciendo la verdad…
miércoles, 23 de abril de 2008
Este blog sigue inactivo
( Por lo tanto, todo lo que acaban de leer es producto de su imaginación. Nada es real. Todo está en sus cabezas. Por favor, tómense la pastilla azul, cierren los ojos y en breves momentos volverán a encontrarse en la tranquilidad de su habitación.)
jueves, 10 de abril de 2008
El Kitch siempre es involuntario

En primer lugar, es un acto que arranca de cierta posición de jerarquía: quien se pone a Sandro después de guardar cuidadosamente el vinilo de, pongamos, los Pixies, lo hace con una mezcla de condescendencia y placidez, porque él es capaz de elevarse por encima del vulgo y disfrutar irónicamente de esos desechos de la cultura popular. Hay, pues, cierta soberbia en su gesto. Y esto, claro, tiene que ver con el hecho de la descontextualización, en la medida en que se trata de obras concebidas SERIAMENTE, y dirigidas a un público concreto, que las disfruta literalmente. De hecho, cuando el freak se disfraza de freak -cuando el irónico se disfraza de Sandro- el asunto no funciona.
El Kitsch es siempre involuntario. Verdaderamente, si hay que relacionar este fenómeno con algo es con el declive de la Alta Cultura, o Cultura Culta, que aunque sigue cultivándose por parte de las élites -sí, hay quien lee 'La Montaña Mágica'- ha perdido su aura, o capacidad de generación de estatus; al menos, en nuestro lamentable país, donde el lector es un sabihondo, etcétera. Porque -sigo- la reapropiación irónica de la cultura basura es también una forma de quitarse de encima el muerto de la Profundidad: su disfrute es superficial, se agota en el acto mismo de la 'rareza', en la carcajada colectiva donde unos se reconocen a otros como más sagaces, más despegados de convenciones obsoletas, más cool. Quiero decir que hay una forma de disfrute delirante de lo kitsch que es divertida y puede enriquecer al gran arte con nuevos códigos, etc., pero también que esta mirada, si se queda en eso, es anodina y tediosa, porque sólo se alimenta de una extraña forma de autofagia que no conduce a ningún sitio.
Sandro es un personaje, claro, pero ¿y qué? ¿No tiene un límite el interés que presenta la Cultura Basura? Posmodernidad es Borges y posmodernidad es el mejor Tarantino, pero no bailar el Pachi Pachi sólo porque visto a Don Francisco desde una perspectiva distinta a la suya propia -y fuera de la cual no tiene ningún valor, a diferencia de, pongamos, Shakespeare- resulta divertido. Esto también tendría que ver con la hinchazón del humor, como forma abusiva de comunicación contemporánea, pero ya me he extendido demasiado. Y, precisamente, me estoy poniendo demasiado serio.
martes, 15 de enero de 2008
Mira mamá, soy tan especial
Cada vez tengo más claro que los gustos minoritarios y los ghettos culturales no son más que un intento de sentirse diferente, especial, único; quizás mejor que los demás, puede que simplemente en un plano distinto, pero siempre lo más lejos posible de lo que solemos considerar “normal”. Solo así se explica que incluso los que más se quejan de su condición (qué mierda, especialmente ellos) sean los primeros en rasgarse las vestiduras cuando aquello que les distingue se hace popular y escapa a su control.
jueves, 10 de enero de 2008
Textos celebres de ayer y hoy

Está claro, los hombres no pueden hacer nada así de increible ni de lejos. La fuerza del torso, el pensamiento abstracto, los falos: todas las ventajas que parecen tener los hombres son simples formulismos. No se puede clavar un clavo con el falo. Las mujeres ya nacen con mucha ventaja a nivel de capacidades. El día que los hombres puedan dar a luz, entonces podremos empezar a hablar de igualdad de derechos.
[…] Las mujeres […] tienen más poder cuando están oprimidas. Necesitan que los hombres sean la inmensa conspiración enemiga. Toda su identidad se basa en ello”
Asfixia, Chuck Palahniuk
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