
Ejemplos de este último tipo de sociedades los hay para dar y repartir en la historia; venimos precisamente de un pasado donde se aceptaba como derecho natural los estamentos, las castas, los privilegios, el sometimiento del débil y la imposición del poderoso gracias al uso y abuso de la violencia. La idea humana de justicia nos sirve precisamente para alejarnos poco a poco de la inveterada ley de la selva de la que venimos igual que el resto de animales, es decir, de la ley del más fuerte.
Porque sin las ideas y valores de la esfera del deber ser (justicia, libertad, igualdad, etc.), es imposible que la realidad humana se aproxime en lo más mínimo a lo que queremos que sea esa realidad. Sin nuestros ideales y las leyes que los encarnan, estaríamos muchísimo peor de lo que estamos, en términos de injusticia, desigualdad y falta de libertades. Dicho de otro modo, que para llegar no ya al final del camino sino al menos a la mitad, tienes que tener una meta, un objetivo que te guíe; de lo contrario siempre te quedarás en la casilla de salida, la de la barbarie y el caos absoluto del que procedemos.